EL ÁNGEL GUÍA DE LOS NIÑOS
Ya hemos hablado algunas veces del ángel-guía que todos tenemos desde el momento de nuestro nacimiento. Una entidad que ha sido creada por los Dioses para que nos acompañe en todos los días de nuestra vida.
El ángel-guía nos cuida y nos protege, esa es su labor.
Es importante reconocerlo y aceptar que está ahí, que es nuestro compañero de siempre y para siempre.
Durante la infancia, han de ser lo mayores los que acudan a él y le encomienden el cuidado de los que aún no tienen la capacidad de pedir esa ayuda. Sobre todo, cuando intuimos que los niños tienen, acosándoles, entidades negativas, o como en el caso que hoy nos ocupa, una niña con facultades paranormales que le permiten ver cosas que otros no ven, o percibir energías que no son visibles para todo el mundo.
Si el ángel interviene, esas facultades permanecerán intactas, pero el niño o la niña podrá crecer sin miedo, sin angustias, hasta que tenga la capacidad de entender lo que le está ocurriendo y sobre todo, descansando sin sobresaltos cada noche, como a muchos de nosotros nos ocurrió.
ESTA ES LA MANERA DE ENCOMENDAR UN NIÑO A SU ÁNGEL:
Es interesante tener un símbolo en las habitaciones. Una figura o el dibujo de algún ángel que te guste y al que has de llamar con el nombre de tu hijo leído al revés, por ejemplo, mi ángel se llama Airamasor, que es Rosamaria, al revés.
Y lo más importante: una vela blanca, para convocarlo.
Esta pequeña ceremonia ha de hacerla una madre, un padre, o alguien que conviva con el crío, porque es bueno que él esté presente y si tiene capacidad de entender, es importante contarle, como una historia bonita, que hay un ángel que cuida de él, y que esa vela y esa oración son para agradecérselo.
CONJURO DEL ÁNGEL PROTECTOR PARA LOS NIÑOS:
“A ti, Ángel (se dice el nombre del Ángel) protector de (nombre del niño) en el silencio en mi corazón hablo sin palabras. A ti que eres servidor de los mismos Dioses a los que yo acepto y adoro. Te llamo y te conjuro para que otorgues a esta criatura todos los dones que te son propios: inteligencia, sabiduría, salud, fuerza, suerte y buenos pasos.
Protégelo de la maldad y malas intenciones de enemigos, tanto visibles como invisibles. Ayúdalo a vivir estos años de infancia sin miedo, sin angustia para que este tiempo sirva en el futuro de sostén y respaldo y a él recurra cuando sea preciso.
Levanta en torno a esta criatura una muralla infranqueable que ningún mal pueda derribar.
Acompáñalo y guíalo en todo aquello que sea necesario.
Y siempre agradeceremos tu presencia en su vida.
Que así sea. Que así sea. Que así sea.”
Si una vez a la semana haces este llamamiento al ángel de un niño, estará a salvo de todos los ataques de celos, envidas y malas intenciones de los enemigos, que por desgracia siempre los hay y a menudo muy cercanos a nosotros.
Y sobre todo, sus facultades especiales, si las tiene, no le harán sufrir.
(La ilustración, que a mí me parece maravillosa, es de Thomas Blackshea.)
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