SI HAY GORRIONES EN TU VENTANA…
Los Celtas pensaban que algunos animales eran mutaciones o la reencarnación de seres que regresaban del mundo de los muertos, y por eso los respetaban y se rodeaban de los que, por su comportamiento o por su estructura física, podían representar un símbolo de los valores fundamentales de esa cultura.
Pero de todos los animales, las aves, sin duda, eran las favoritas. Les impresionaba su vuelo, su rapidez, sus cantos y admiraban su forma de vivir sin sujeciones a la tierra y en absoluta libertad.
Nueve son las aves sagradas de los Celtas: el mirlo, de quien se creía partían sanaciones milagrosas. El águila, imprescindible en los campos de batallas. El halcón, una de las aves más apreciadas por los guerreros, que se aseguraban el valor de los soldados cuando esas aves les acompañaban. La urraca, que alejaba los malos presagios. El búho, eficaz contra los maleficios. El cuervo, con el que se podía predecir el futuro. La gaviota, la mensajera de Deva, la Diosa de los mares. El cisne, el inspirador de los bardos y los poetas. Y el gorrión…
Sobre todo el gorrión…
Los Celtas lo consideraban el mensajero de los Dioses y estaban convencidos de que tener cerca, pero en libertad, a esas aves, les proporcionaba la bendición y el amparo de las entidades superiores Y su presencia en las ventanas era un augurio de prosperidad y suerte.
Podemos aprovechar los poderes mágicos de los gorriones o de las aves pequeñas poniendo un bebedero en alguna de nuestras ventanas y añadiendo alpiste o algunas semillas de vez en cuando.
Si acuden, si vienen a tu ventana, la suerte girará a tu favor. Es algo que mucha gente ha contrastado.
Yo misma tengo en mi ventana gorriones todos los días…
Además, en general, los nidos en los tejados, en las chimeneas o en las ventanas de las casas, son una protección. No deben retirarse nunca, sobre todo los de las golondrinas.
Pero tener pájaros disecados o plumas decorando los lugares donde vives o trabajas, o adornando algún vestido, es de mal agüero. Sobre todo si las plumas son de avestruz o de pavo real porque, desprendidas del cuerpo de las aves, pierden su flujo de energía y absorben el de las personas o lugares donde se colocan, viciando el ambiente.
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