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RECETA DE LA ABUELA.

Mi abuela decía que, cuando hay un cambio de casa, no se debe llevar a los lugares nuevos las cosas de limpieza ya usadas, sobre todo, las escobas, las bayetas y hoy en día, las fregonas.  Trasladar esos objetos es como arrastrar la parte negativa contigo y ensuciar los espacios nuevos.

Guardo muchas recetas de la abuela que incluyen espejos. Hay una que a mí me gusta especialmente porque sé que funciona:  Colocar un espejo pequeño en un balcón o terraza de cara a la calle, de manera estratégica, rechaza el daño que viene de fuera y lo devuelve a quien lo envía.

Ella estaba segura de que la forma de los muebles influía mucho en la manera de relacionarse las personas. Nos contaba, por ejemplo, que la mesa del comedor o cualquier mesa donde tenga que reunirse la gente ha de ser redonda u ovalada, para que la energía circule armónicamente entre las personas que estén sentada a su alrededor. Los ángulos o las esquinas hacen que la comunicación no sea fluida y se propician malentendidos.

Otra cosa que a la abuela no le hacía demasiada gracia eran los pasillos largos donde confluyen varias habitaciones. Creía que, donde se cruzan las energías de las diferentes estancias, son puntos oscuros en los hogares. Se evita esos nudos limpiando las puertas una vez al mes, en la luna menguante, con agua a la que hay que añadir unas gotas de esencia de romero y una pizca de sal y dejando las puertas abiertas lo más posible.

Ya sabes, cosas de meiga…

(La ilustración, que a mí me parece maravillosa es de Nino Chakvetadze una pintora Georgiana)

ACEITE DE ROMERO

UNA PULSERA PARA SENTIR LA PROTECCION DE LOS DIOSES

CONTRA LOS MIEDOS, LA TIMIDEZ Y LA INSEGURIDAD, EL SIMBOLO DEL DRAGÓN