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LA TRADICIÓN CELTA DEL “LUME NOVO”

(EL TIZÓN DE AÑO NUEVO)

La tradición gallega de “el Tizón de Año Nuevo” es, con toda seguridad, otra de las tradiciones Celtas que se cristianizó.

Entre los celtas existía la costumbre de encender en la noche del solsticio de invierno, en honor a la Diosa de la Tierra, una tea hecha con madera de alguno de los árboles sagrados: puede ser de abeto, de pino, de abedul, aunque el árbol preferido para esta ceremonia es el Carballo, así se le llama en mi tierra al Roble.

Cuenta la leyenda que si consigues que al tizón le dure su brasa durante toda la noche, y al llegar al amanecer todavía conserva parte de su calor, la suerte estará contigo todo el año.

Ya casi no importa de dónde parte la tradición. Lo importante es que en algunos lugares de Galicia, sobre todo en las provincias de Lugo y Pontevedra, lo que se conoce como “lume novo” reúne, frente al fuego de ese tronco mágico en las cocina, o fuera, a la entrada de las casas, a toda la familia mientras se cuentan historias, se baila y se ríe…

Una vez apagado, el tizón se guarda en un rincón de la casa porque aseguran que tiene poderes mágicos concedidos por las Diosas, y que en lugar donde se coloca nunca falta el pan en la mesa, el techo donde cobijarse y el amor con el que compartir. Parte de esa ceniza se usa cuando algo anda mal para espolvorear con ella la entrada o las entradas a la casa. Se dice que esa ceniza tiene el poder de alejar a los enemigos, tanto visibles como invisibles.

Es impensable en las ciudades poder mantener esa tradición, sólo unos pocos tendrían espacio para poder hacer este ritual. Pero, si bien no puedes tener encendido un tronco en tu piso, si puedes quemar una pequeña rama de alguno de los árboles sagrados sobre una base de laurel, y cuando esté ardiendo, prender en su fuego una vela dorada o naranja en honor a la Diosa de la Tierra y mantenerla, aunque el tronco se apague, junto a él, encendida hasta el amanecer. Luego tratar a ese tronco de la misma manera que si fuera más grande, colocándolo en un lugar de la casa y usándolo cuando fuera necesario.

Aún queda mucho tiempo. Sal y busca un tronco de alguno de los árboles que hemos mencionado, una vela dorada o naranja y unas hojas de laurel. Es fácil. Y además de recuperar una de nuestras tradiciones estarás evocando a la Diosa de la Tierra, la Madre que sostiene y cuida de toda la Naturaleza.

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