COMO CONSTRUIR UN CÍRCULO MÁGICO
El círculo, en la tradición Celta, es el símbolo de la protección de los Dioses.
En principio, era una caverna en algún rincón de los bosques y dentro de ella se celebraban las ceremonias más importantes. Más tarde, en otros lugares, al aire libre, fue derivando a una marca circular en el suelo en la que se depositaban distintos materiales, con los que se creaba una muralla de energía para rechazar los ataques de los enemigos.
El círculo contiene nuestro universo y fuera de él, durante el tiempo que permanecemos dentro, está lo que sobra: la maldad, la rabia, la ira, el dolor, lo que no existe, lo que no puede tocarnos. Con el círculo separamos lo bueno de lo malo, lo amado de lo odiado, lo posible de la nada.
Así es como lo preparamos nosotros para realizar algunos de nuestros rituales y con la intención de que nada nos interfiera.
Para crearlo en exterior, colocamos ramas de distintos árboles, de los que corresponden a nuestra tradición, también flores y piedras y, sobre todo, cantos rodados de los ríos y las playas.
Pero los círculos de protección más eficaces son los que marcamos con velas de los colores correspondientes y para hacerlo, hemos de elegir un espacio donde las velas no puedan crearnos ningún problema.
Cuando el círculo está preparado, con los elementos que hemos elegido, nos movemos dentro de él, partiendo del Este, haciendo lo que llamamos cierre, con una espada o con antorchas de luz, moviéndonos siempre en el sentido inverso de las agujas del reloj.
Es importante saber que, partiendo del Este, hemos de ir al Norte, luego al Oeste, después al Sur y por último tenemos que regresar al mismo punto de donde partimos para que el círculo quede cerrado.
Mientras lo recorremos, este es el conjuro de cierre que debemos pronunciar.
“Están marcados los límites del Círculo Sagrado,
donde nada penetra sino la bondad y el amor,
de donde nada sale sino el amor y la bondad,
cargado de la potencia de las Fuerzas de la Naturaleza.
Trazados quedan los límites del Círculo Sagrado.
¡Que así sea!
¡Que así sea!
¡Que así sea!”
Ya estamos dentro de un lugar donde nada ni nadie puede dañarnos ni interrumpirnos y podemos realizar el ritual que corresponda, sobre todo los rituales de defensa y rechaza daño, que son los que mas necesitan de esa protección.
En cuanto terminemos hemos de abrir el círculo. Para hacerlo, apagaremos todas las velas que lo forman.
En el Este quitamos las hojas, las ramas y los elementos de un pequeño tramo, y ésa será la salida.
Si estamos en el exterior no hace falta que lo recojamos todo, solo apagar las velas y retirarlas, el resto lo dejamos así.
Y si es en casa, lógicamente, retiramos las velas, pero los demás elementos los recogeremos en una bolsa de papel y los devolveremos a la naturaleza en cuanto podamos.
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